miércoles, 10 de noviembre de 2010

Nélida Piñón: Aprendiz de Homero

 Los libros de ensayo firmados por escritores debieran tener, al menos, una doble virtud. De un lado, tendrían que mostrarnos sus juicios sobre otros libros y autores. Cuando su conocimiento es inteligente y está bien expuesto, como sucede, por ejemplo, con Mario Vargas Llosa, Octavio Paz o Pedro Salinas, la experiencia vale la pena. Pero, además, por otra parte, esas mismas opiniones debieran servir para conocer mejor el mundo literario de los propios creadores. En este sentido, quizá sí pueda ser útil la lectura del libro de la multipremiada escritora brasileña.
Aprendiz de Homero reúne un conjunto de ensayos de variado origen, en donde la autora repasa sus gustos literarios, expresa algunas reflexiones acerca del acto de escribir y desarrolla algunas inquietudes teológicas y políticas que la han acompañado a lo largo de su vida. En los artículos dedicados a sus lecturas, llama la atención su preferencia por los clásicos: Homero, Cervantes, las Mil y Una noches, Machado de Assís, García Márquez, etc. Sin embargo, la exposición es farragosa y sus ideas, convencionales. La autora salta de una opinión a otra con la misma facilidad con que cambia de párrafo a otro sin ilación alguna. Y la lectura de cualquiera de los ensayos dedicados a los grandes autores no depara ninguna idea coherente u original, sino más bien un torrente confuso de metáforas y ocurrencias en donde, de vez en cuando, se atisba algún lugar común. Así, por ejemplo, del carácter de don Quijote aprendemos que ama a una mujer ideal, no carnal, o de Sancho que su corporeidad se enfrenta al idealismo de su señor.
El centrifugado de ideas recibidas continúa en aquellos otros ensayos en los que la autora se dedica a exponer lo que piensa acerca de la escritura: que si ésta es un ejercicio de conocimiento, que si la literatura brota de todas las épocas, que si es una práctica de tolerancia… El problema de los tópicos, a veces, es que muchos de ellos se contradicen, como cuando decimos que el deporte es lo mejor para la salud y en otra ocasión aseguramos que no lo es. Las dos frases son lugares comunes. En Nélida Piñón sucede igual: su atracción por los tópicos es tan flagrante que al principio de un párrafo afirma: “Hace mucho tiempo que sé que la escritura no salva al escritor” y doce líneas después concluye que la literatura tiene por misión “salvar, en fin, los seres trágicos que somos” (págs. 69-70).
Menos intrincados, aunque no por ello menos políticamente correctos, son los artículos sobre temas extraliterarios. En aquellos que toca asuntos bíblicos, demuestra tanto su fuerte sensibilidad feminista como su escasa información teológica y hermenéutica. En general, su erudición no pasa de discreta, como cuando confunde una cita de Quevedo con una de Calderón o se olvida de tantas mujeres del Antiguo Testamento que no se corresponden con el arquetipo que ella señala en Sara.
Una última observación sobre este libro que añade poco a una escritora muy reconocida en su país y que ha obtenido toda clase de galardones fuera de él. Se trata de un conjunto de ensayos de procedencia heterogénea. Aunque Nélida Piñón no lo declare en ningún momento, algunos capítulos son discursos en la entrega de algún premio y otros sencillamente nacen de una mera efusión amistosa, como el que dedica a Carlos Fuentes, en donde, de pasada, la autora recuerda que ella disfrutó de una beca en Estados Unidos concedida a “futuros líderes de América Latina” (sic). 
Nélida Piñón: Aprendiz de Homero, Madrid, Alfaguara, 2008, 304 págs. Publicado en Aceprensa.

6 comentarios:

  1. Pues iba a leer algo de esta señora, pero se me han quitado las ganas. Gracias por contribuir a que mi pilón de libros en espera disminuya un poco! Me habían llegado además ecos de que Piñón no era para tanto, ¿qué opinas?

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  2. Tuve que leer alguna novela suya y no la terminé. A mí me parece prescindible.

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  3. Comparto despacho desde hace años con brasileños y no salen de su asombro al ver cómo la jalean en Europa. A Galicia viene cada poco con la excusa de sus orígenes gallegos y le dan premios y cosas.

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  4. Según me contaron, esta señora es (o fue, no lo sé) la directora de la Academia brasileña de letras y, durante su mandato, se nombró académico a Paulo Coelho. Con esto, quizá, está dicho todo. Por lo demás, es muy sonriente y simpática.

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  5. Una observación menor: la "hilación" del 2º párrafo, ¿no debiera ser "ilación"? Según mi recuerdo (y según el DRAE, que he consultado al efecto), sí.

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  6. Pues sí, es verdad: ya lo he corregido. Muchas gracias, marinero.

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