miércoles, 30 de mayo de 2012

Aquilino Duque: Memoria y ficción en las letras españolas de trasguerra



 De un tiempo para acá viene reclamándose que se reescriba la historia literaria de España después de la Guerra Civil. No todo pudo ser un “páramo cultural”: ni se fueron todos los escritores al exilio, ni los jóvenes partían de la nada absoluta por muy duros que fueran el aislamiento internacional y la censura franquista. Ciertamente una de las dos España dejó de contar por unas décadas, pero eso no quiere decir que la otra estuviera integrada exclusivamente por bárbaros ignorantes.
No obstante, todavía quedan muchos mitos y prejuicios que demoler hasta llegar a una visión menos parcial de lo que fueron las cosas en el ámbito cultural. Este nuevo ensayo de Aquilino Duque pretende reivindicar la obra de siete notables figuras de esa orilla católica y conservadora hoy marginada por la mayoría de los manuales e historias al uso.
En el prólogo el autor renuncia a darle un capítulo a Cela, en parte porque –según él- no lo necesita, en parte porque –me parece- nuestro Nobel se sale del aire de familia que tienen los autores tratados: José María Pemán, Rafael Sánchez Mazas, Wenceslao Fernández Florez, Ramón Gómez de la Sena, los hermanos Villalonga y Vicente Risco. El naturalismo tremendista de Cela está muy lejos de cualquiera de ellos. Pero esto no quiere decir que la estatura literaria de cualquier miembro de esta serie no sea de consideración. El bosque animado es la mejor novela del siglo XX, según afirma Aquilino Duque y tal vez no le falte razón. Las semblanzas de otras obras hoy preteridas (Rosa Krüger, Miss Giacomini o La puerta de paja) invitan al lector a buscarlas y disfrutar de un pasado literario injustamente desconocido.
El elogio más discreto que se puede dar del estilo de Aquilino Duque es su brillantez. Con una gracia y una desenvoltura amenísimas el libro va repasando hechos y textos, al mismo tiempo que reclama con tono desafiante una relectura menos tópica de nuestro pasado. Así, se nos recuerda que el exilio, por ejemplo, no produjo novelas de la talla de La familia de Pascual Duarte o El bosque animado; o que los problemas y malas interpretaciones políticas podían darse también en el seno del régimen; o que la posibilidad de una novela “católica” en España no era asimilable a la que se dio en Francia o Inglaterra, donde el cristianismo intelectual era minoritario y problemático. Las anécdotas suceden a las interpretaciones, porque este no es un libro académico sino un ensayo personal en el que el autor, novelista y poeta al fin, interrumpe su discurso para gastar una broma, se enfada con las opiniones políticamente correctas y, sobre todo, dialoga con sus colegas y maestros, algunos de los cuales conoció de cerca.

Aquilino Duque: Memoria y ficción en las letras españolas de trasguerra, Madrid. CEU San Pablo, 2012, 95 págs.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Elena Garro: Los recuerdos del porvenir




La edición española de esta gran novela mexicana colma una laguna entre nuestros lectores que hacía falta rellenar. Los recuerdos del porvenir (1963) se editó cuatro años antes que Cien años de soledad. No es casual esta precedencia: Muchas de las situaciones y personajes de Los recuerdos del porvenir pueden recordar al mejor García Márquez sin el peligro de recordar mejor a García Márquez (como ocurre con Isabel Allende). El estilo de Elena Garro (1920-1998), elegante, lírico, sugerente, tiene personalidad.
La revolución de los cristeros –en los años veinte del pasado siglo-, es el momento histórico elegido para situar la acción. La novela da cuenta de las brutales represiones del gobierno contra los católicos en un pueblo del interior Ixtepec. Sin embargo, no estamos ante un  panfleto de denuncia ni siquiera de una novela de acción. Como el título indica, el libro es una reflexión sobre el paso del tiempo. Ixtepec es la cifra y el resumen de toda una sociedad, al igual que el Macondo de García Márquez. Y como cualquier espacio mítico, el transcurrir de los días no se cuenta de manera normal. El destino marca las vidas de los quienes habitan en este mundo aislado y reducido, de tal forma que no son capaces de salir de él.
Quizá por todo esto los personajes viven dominados por un fatalismo casi mágico, sin que sepamos muy bien por qué. Están todos marcados por los recuerdos de un pasado que los determina en adelante. En lugares así, no es extraño que sucedan hechos maravillosos o extraordinarios. Elena Garro anticipó con esta novela, obra maestra de la literatura mexicana, lo que luego vendría a conocerse mundialmente como realismo mágico.

Elena Garro: Los recuerdos del porvenir, Madrid, 451, 2011.