Unos viejitos de buena posición, todos ellos amigos o familiares entre sí, comienzan a recibir llamadas telefónicas en las que un desconocido sólo les susurra: "Recuerda que debes morir", y cuelga. Enseguida comienzan las reacciones dispares de unos y otros, desde la indiferencia hasta el pánico contenido. Como en otras novelas de la misma autora, la sencillez extrema con que va contando pequeños sucesos se va enredando a medida que sus personajes, tan insignificantes en apariencia, van adquiriendo una complejidad inesperada. Es una novela breve y, sin embargo, cuánta densidad en las subidas y bajadas de unos y otras. Una anciana medio tonta al comienzo de la novela se va transformando hasta erigirse en uno de los seres más sabios; su esposo, que tan seguro parece en su primera aparición, se va derrumbando ante el lector hasta convertirse en un pobre diablo. Y, por encima de todo, esa danza de la muerte en clave irónica, que convoca a ricos y pobres, a listos y estúpidos, a canallas y espíritus nobles.
Como su amigo Evelyn Waugh, Muriel Spark fue una escritora británica que hizo compatibles convertirse al catolicismo y exhibir una tremenda mala leche. En realidad, es una satírica que azuza, desde su perspectiva, una sociedad superficial y egoísta. A la pregunta de cómo enfrentarse a la muerte, esta novela ofrece distintas respuestas según las actitudes de cada quién. Spark fue una narradora inteligente y vivió mucho. Por eso no cae ni de lejos en la trampa de la moralina ni regala soluciones de manual, pero esparce aquí y allá momentos divertidos, escenas de tensión y frases brillantes. Como dice uno de los personajes (no por casualidad, un detective jubilado): Si volviera a vivir mi vida, adquiriría la costumbre de pensar por la noche en la muerte. No existe otra práctica que intensifique tanto la vida. La muerte, cuando se acerca, no lo debería coger a uno por sorpresa. Debería formar parte de una expectativa total de la vida. Sin una sensación siempre presente de la muerte, la vida es insípida.
M. Spark, Memento mori, Barcelona, Plataforma, 2010, 276 págs.
Y, por cierto, ese mismo personaje muere de forma imprevista...
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ResponderEliminarGracias, Juan I.
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