Brevísima novela ambientada en el México de fines de los años cuarenta del siglo XX, la época desarrollista del presidente Miguel Alemán. Las truculencias revolucionarias son ya parte de un pasado doloroso y reciente. Ahora la sociedad mexicana aspira a encontrar un lugar en el mundo desarrollado, a ser, como diríamos hoy, un país emergente.
Carlos, un niño de doce años procedente de una familia tradicional, hace amigos en el colegio. Pronto toma conciencia de su posición social: él no es como Jim, que tiene juguetes comprados en los Estados Unidos, ni como Roberto, un muchacho aplicado pero de familia muy humilde. El relato va dibujando con enorme poesía y sencillez el mundo según su protagonista, hasta que Carlos es invitado a casa de Jim. Allí se enamora platónicamente de la madre de su amigo. Enseguida se revuelve toda su percepción de las cosas. Desde el principio sabe que no será correspondido y esto le hace sufrir. Para colmo su mal de amor es tan fuerte que no puede vivir sin comunicárselo a su amada. El niño, en definitiva, vive sus nuevos sentimientos con una fatalidad trágica porque tiene la suficiente lucidez para darse cuenta de que la historia no ha de acabar bien. Pacheco sigue los esquemas de cualquier novela de iniciación a la vida. Su protagonista empieza a conocer el mundo y tiene su primera experiencia amorosa. Pero lo hace solo, como una batalla en el desierto. Los mayores no le entienden, movidos por sus prejuicios sociales y religiosos. Sus amigos no pueden hacer nada. Y él mismo se da cuenta de la imposibilidad de su empeño.
Pese al tono amargo con que Pacheco juzga la sociedad de su propia infancia, también es evidente en este relato el inevitable toque nostálgico, signo de la inocencia perdida y anhelada. La novela comienza con una frase tan sobria como significativa: "Me acuerdo, no me acuerdo, ¿qué año era aquel?". A partir de aquí, la historia discurre con fluidez. La escena en la que Carlos se declara a la mamá de Jim es un prodigio de delicadeza y cariño hacia los dos personajes. Sólo por estas páginas vale la pena leer esta novela que supera los márgenes de una trama limitadísima gracias a la hermosa sencillez con que está escrita.
Javier, cómo se nota cuando escribe un profesional. Te ha salido un post redondo. Me apunto el libro para el verano, ahora no estoy para dramas ni siquiera pequeña escala, sigo con mis humoradas y aventuras.
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