- uno, por la portada, que me pareció atractiva;
-dos, por la autora, que fue amiga de mi admirada Muriel Spark.
Después de terminarla (es breve), me he convencido de dos cosas más, a saber:
Después de terminarla (es breve), me he convencido de dos cosas más, a saber:
-la razón número 1 no sirve, igual que no te puedes fiar de una chica sólo porque sea guapa,
-y la razón número 2 es inútil, porque los amigos de tus amigos no tienen por qué ser tus amigos.
El problema, creo, no está en que la novela no sea inteligente (que lo es) ni en que esté mal escrita (que no lo está ni mucho menos) . Como muestra de sus méritos, este botón: Un día, la protagonista, una inofensiva viuda de mediana edad, lleva su caballo enfermo al veterinario y este le dice que, para curar al animal necesita afilarle los dientes. Y pide ayuda a la mujer de la siguiente manera:
-Ahora, señora Green, si pudiera usted sujetarle la lengua. No se lo pediría a cualquiera, pero sé que usted no se asusta.
-¿Cómo lo sabe? -preguntó ella.
-Dicen por ahí que está usted a punto de abrir una librería. Eso significa que no le importa enfrentarse a cosas inverosímiles.
En efecto, no le falta ironía de la buena. Entonces, ¿dónde falla? Para empezar, el argumento es sencillo, tal vez hasta demasiado plano. La protagonista decide poner una librería en un pueblecito inglés perdido allá donde Churchill perdió el puro. Enseguida todos los habitantes la miran con incredulidad y se desatan las habladurías. El resto de la historia es tan leve que no lo vamos a destripar. Además, los personajes me resultan poco consistentes. O tal vez es que el entorno me resulta poco cercano. Es el problema de las novelas que basan su atractivo en el ambiente que evocan, sobre todo si pertenecen a un mundo que desaparece como es el rural. Hace unos cuantos años intenté, con nulo éxito, explicar El camino de Delibes a unos estudiantes norteamericanos. No entendían nada y las relaciones humanas, extrañísimas para ellos, les interesaban menos aún. La librería pertenece a ese linaje abundante de novelas inglesas inteligentemente escritas y dotadas de un fino humor, pero que se ciñen demasiado al propio espacio del que han salido. No me cabe duda de que muchos matices suyos se pierden al cruzar el canal de la Mancha.
(Penelope Fitzgerald: La librería, Madrid, Impedimenta, 2010, trad. Ana Bustelo)
Yo leí de ella una biografía de los hermanos Knox.
ResponderEliminarResulta que Penélope es hija de uno de ellos (y sobrina del más famoso, Ronald, el converso católico y autor de muchos libros).
Gracias, Ángel. A pesar de lo que digo aquí, me gustaría saber más de ella.
ResponderEliminarPues le recomiendo la lectura de "El comienzo de la primavera", que me parece que está editado en español por la misma Impedimenta.
ResponderEliminarTiene todas aquellas cosas que, según su comentario, le faltan a "La Librería".
Un saludo.
Me alegra qu hables de este libro. Comparto tu opinión sobre la planicie del argumento, me aburrí. Y me da qué pensar, para salvarlo, esto que dices sobre la hermeticidad de ciertos ambientes. Es más, a veces yo misma me encuentro con esa dificultad cuando quiero escribir sobre mi tierra... En todo caso, gracias por la reseña, me ha encantado contrastar mi experiencia con este libro con un lector como tú.
ResponderEliminarBueno la verdad es que se ve bastante buena.. y si un experto como vos la recomienda hay que considerarla :)
ResponderEliminarYo no lo terminé, aunque me propongo hacerlo, pero me pareció insulso y no me centré en ningún momento. Una pena
ResponderEliminarTeresa