Machado de Assis es, sin ñoñería, un moralista, un hombre preocupado por las consecuencias que traen las pasiones en la vida de las personas. En realidad, no pretende estimular la virtud y azotar el vicio al modo habitual. La envidia, la codicia, la infidelidad o la cólera son realidades que disecciona con la curiosidad de un entomólogo. El resultado del experimento suele ser la infelicidad del individuo sometido a sus bajas inclinaciones. Pero nunca pretende moralizar ni adoctrinar sino dar cuenta de su observación. Por lo demás, el humor o la ironía enfrían historias que, en manos de otro escritor, serían mucho más pesimistas.
La imaginación, algo embrollada y exuberante, es otra de sus notas distintivas. De un cuento a otro el salto es, a veces, enorme, tanto en el tipo de historias como en el abanico de técnicas desplegadas a lo largo de esta antología. A diferencia de tantos escritores del siglo XIX, Machado de Assis no se limita a utilizar el clásico punto de vista realista. Algunos cuentos suyos disparatan alrededor de una teoria extravagante sobre el alma. En otros puede imitar el estilo bíblico o el de las crónicas renacentistas, contar una historia a partir de una charla de café o de un testamento estrafalario. La acumulación de lecturas de la que hace gala en muchas narraciones revela, además, una singular preocupación cosmopolita que sólo se advierte en ciertos países periféricos. Como el argentino Borges, Machado de Assis se siente deudor de toda la tradición cultural occidental, a la vez que habla de cosas puramente locales.
Divertido y filosófico, erudito y vitalísimo, el universo de Machado de Assis deslumbra por su inventiva: lo mismo capta un detalle de la buena sociedad fluminense que se nos aparece con una historia reveladora de la inteligencia superior de las arañas. La ensoñación y la locura son temas que entran y salen de las cabezas de sus personajes, algunos completamente sumidos en sus quimeras y otros cuya única obsesión es escapar de la mediocridad mediante las ilusiones.
Susan Sontag consideraba a Machado de Assis uno de los mejores escritores de todo el siglo XIX y el mayor de toda Iberoamérica. Quién sabe que hubiera sido de la fama de este autor si, en vez de nacer brasileño, hubiera sido francés, inglés o ruso. La obra de este contemporáneo de Dickens, Flaubert o Chejov asombra por su actualidad sin que desmerezca de los grandes nombres citados.
(J.M. Machado de Assis: Cuentos de madurez, Valencia, Pre-textos, 2011).
Gracias por los datos Por lo que comentas, parece muy bueno
ResponderEliminar¡Gracias Javier!
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