jueves, 20 de enero de 2011

Joseph Roth: Job

El gran escritor centroeuropeo Joseph Roth (1894-1939), judío, de padre austríaco y madre rusa, apátrida y convertido al catolicismo en la madurez, llevó una vida errante que hizo honor a sus orígenes y reflejó en una obra atribulada, propia de tantos intelectuales desorientados ante lo que consideraban el derrumbe de su civilización. Los personajes de Roth, sometidos siempre a una fuga de sí mismos y de los demás, buscan sin cesar unas raíces con las que cimentar un sentido a su vida. La marcha Radetzky, La cripta de los capuchinos, La noche mil uno, etc. son algunos de los títulos en donde plasmó el sentimiento de indefensión ante un mundo en perpetuo cambio. Roth vivió dramáticamente el hundimiento del imperio austrohúngaro, la revolución rusa y la crisis social y económica que condujo a Alemania al nazismo.
A diferencia de otros grandes contemporáneos como Broch, Musil o Kafka, Roth no escribe de forma abstracta ni recurre a la alegoría fantástica para expresar sus inquietudes. El terreno en el que se mueve es quizá menos complejo, pero más próximo al lector común. Con una escritura dotada para el detalle concreto, la habilidad para transmitir situaciones o una trama ingeniosamente trabada, Roth es un escritor ameno que sabe transmitir el pathos necesario a sus libros. A él le interesa por encima de todo contar historias, de las que se deduzca, por la propia fuerza de la narración, un mensaje válido para entender mejor el mundo.
En el caso que nos ocupa, la revisión de un relato de alcance universal, se sigue la historia de una familia judía de Europa oriental que emigra a los Estados Unidos después de sufrir desdichas sin número. La saga del justo sobre el que se abaten toda clase de penurias e infortunios es reciclada en esta historia trágica, en la que el pater familias, Mendel Singer, hombre piadoso y bueno, acaba rebelándose contra su Dios en una escena sobrecogedora. Es un moderno Job, sin duda, pero sus desdichas nunca serán infinitas. En una tierra que no es la suya, en medio de una sociedad norteamericana que no comprende, el protagonista encontrará la paz. Y así, como también sucede en otros libros del autor (recuérdese el maravilloso La leyenda del santo bebedor) un final sorprendente pone de manifiesto la misericordia divina.

Joseph Roth: Job, Barcelona, El acantilado, 2007.

3 comentarios:

  1. Joseph Roth es un personaje trágico. La Marcha Radetzky y la Cripta de los Capuchinos son crepusculares e imponentes. El final de los Habsburgo y del Imperio dan también mucho que pensar.

    No conocía su blog de libros. Tiene un aspecto estupendo.

    Reciba mis saludos.

    (GdL o Retablo de la Vida Antigua, que es lo mismo pues es mi blog)

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  2. La verdad, amigo GdL, es que yo siempre que me paso por su blog, aprendo mucho, aunque a veces no diga ni mú. Muchas gracias por llevarlo.

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  3. blaudonau@telefonica.net2 de febrero de 2011, 19:34

    De Josef Roth heredé el cargo de agente secreto de Otto de Habsburgo con derecho a uniforme

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