jueves, 9 de diciembre de 2010

Philip Kerr: Berlin noir

Este verano descubrí las novelas de Philip Kerr. Hoy he acabado la última de las seis entregas traducidas de la serie Berlin noir y, de propina, El infierno digital.
Las seis novelas de Berlin noir son un remake a lo nazi de los clásicos del género negro, Hammet y Chandler en particular (y, a partir de la tercera entrega, también hay algo de la novela de espías a lo John Le Carré). El protagonista, Bernie Gunther, es un Marlowe resucitado y puesto en medio del Berlín de entreguerras. Hay que reconocer que Philip Kerr ha sabido construir un magnífico pastiche, sobre todo en sus dos primeras y apasionantes entregas, Violetas de marzo y Pálido criminal. La trama -doble o triple trama más bien-, se enreda, pero nunca llega a los extremos ininteligibles de Chandler. La ambientación histórica es espectacular. Resultan memorables, por ejemplo, los encuentros del protagonista con distintos jerarcas nazis: Heydrich, Himmler o Goering (éste último, acariciando un cachorro de tigre mientras habla con Guther en su casa). Y lo mejor, al menos para mí, es la capacidad de síntesis en los retratos de los personajes y el sentido del humor de Gunther, que ganaría cualquier campeonato mundial del sarcasmo.
Hasta aquí, todo muy bien. Pero Kerr, a fin de cuentas, quiere entretener y, aunque uno envidie su capacidad de hacerlo, no cabe duda de que, como todo autor comercial, tiene que pagar ciertos peajes. El más evidente de ellos es el deseo de sorpresa a toda costa, que en el fondo no es sino una reedición de los viejos trucos folletinescos. Así, en los primeros libros, cuando Gunther está todavía en edad de merecer, Kerr regala al lector con un par de escenas guarrillas bastante obvias. Luego está la búsqueda de escenas de un barroquismo macabro: la primera vez impresiona. Pero en el tercer libro los nazis meten a una chica judía en una máquina de prensar uva delante de Gunther para que éste cante sus secretos. Cuando al final la dejan hecha moscatel, uno piensa: "Amigo Philip, hasta aquí hemos llegado".
Normalmente el género policial me interesa con la misma pasión con que lo termino abandonando por una temporada. Salvo Simenon y alguno más, pocos autores me aguantan más de dos títulos; enseguida me parece que se repiten para mal y no vuelvo a ellos. En el caso de Kerr, a la séptima novela ha sido la vencida y de momento, no creo que me queden ganas de entrarle a otra de las suyas. Aunque, pensándolo bien, después de todo, no es mal promedio.

1 comentario:

  1. Tu tercer párrafo es acertadísimo, explica bien algo que me ocurre y no conseguía describir. Yo suelo alternar las novelas de policías con otras lecturas, para evitar esa sensación de repetición. Kerr lo tenía borrado de la lista, pero si has aguantado siete quizá me lance con alguno de los primeros. Me has recordado a Simenon, del que no leo nada hace tiempo.

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