
Hay, sin embargo, una voluntad por centrarse más en las personas “decentes”, dentro de los cánones de una moral laica y burguesa, que en otros personajes perturbados o siniestros. Las grandes novelas de Vargas Llosa, como La fiesta del chivo o Conversación en la Catedral, han creado monstruos memorables, personajes malvados hasta límites diabólicos. Nada de esto se encontrará en su último libro, en donde los malos se comportan como simples monigotes y los héroes son, según reza el propio título de la novela, grises y discretos ciudadanos.
Vargas Llosa, en los últimos tiempos, parece interesarse por la revelación del mundo de la luz, más que por el de las tinieblas que fue el que le consagró. El sueño del celta era la fallida revisión histórica de un auténtico héroe que, sin embargo, tenía una vida oculta de pederasta. En cambio, Felícito Yananqué, el honrado empresario piurano, tiene debilidades más perdonables. Sobre todo destaca por su valentía frente a la extorsión y, seguramente, porque quiere mostrarse en él a un ejemplo del milagro económico peruano de los últimos años. El color local de Piura, ciudad amada por Vargas Llosa, y de los barrios elegantes de Lima son otros de los puntos fuertes de esta novela que, sin ser ni de lejos una obra maestra, se deja leer con agrado y se sitúa en un punto medio dentro de la prolífica y desigual trayectoria de su autor.
Mario Vargas Llosa: El héroe discreto, Madrid, Alfaguara, 2013.
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